Un kiosko, los recuerdos de Atlixco

*Repleto de azulejos verdes y amarillos, el espacio fue inaugurado en 1954 en reemplazo de uno que conmemoraba los 400 años del descubrimiento de América; con el paso del tiempo es un referente de la vida de cientos de atlixquenses

Guadalupe Juárez

Atlixco  Pue.- Los recuerdos de los atlixquenses se conservan en un espacio de estilo sevillano con un toque árabe, que en el pasado se conocía como Fuente de Sodas Las Américas.

Al centro del parque arbolado, corazón de la Ciudad de las Flores, uno de los kioskos más bonitos de Puebla, del que siempre se desprende un aroma a café que inunda los sentidos.

Se encuentra en el Parque Colón, en realidad es el Zócalo de Atlixco, a menos de una hora de la capital poblana, un lugar rodeado de árboles, arbustos podados que forman diferentes figuras y muy bien cuidados.

Ahora es una cafetería de una franquicia, pero la estructura fue inaugurada un 14 de febrero de 1954 en reemplazo de un kiosko de madera y lámina que conmemoraba los 400 años del descubrimiento de América, instalado en 1892.

El espacio que se le conoció como Fuente de Sodas Las Américas, era utilizado para recaudar fondos destinados a becas para estudiantes de escasos recursos y que querían recibir una educación primaria y secundaria en escuelas católicas.

Los recuerdos de los atlixquenses evocan a los becados cocinando o mesereando para poder estudiar en las escuelas parroquiales del Josefino y el Patria.

En los años 80, en la parte de arriba del kiosko se organizaban bailes, a los que acudían los adolescentes y jóvenes, que disfrutaban y que marcaron su vida.

En su exterior e interior está repleto de azulejos verdes y amarillos, la cancelería es blanca; un inmueble de dos pisos que al entrar te encuentras con las mesas llenas, en la parte de abajo con las personas que no desean estar en el calor intenso o que el aire los despeine.

En la parte de arriba, son los que disfrutan del paisaje, de los árboles frondosos y las casas coloridas que se encuentran en el cerro de San Miguel, la gente que pasea alrededor del zócalo, los turistas que husmean en el palacio de gobierno a un costado, las familias que toman su nieve.

En la cafetería se escucha cómo preparan el café, es inconfundible el aroma dulce y chocolatoso que se expande cuando preparan un expreso, o un capuchino espumoso, ya sea caliente o frío.

Se escucha a las parejas susurrar, a los amigos reír, las citas de trabajo en los que abogados sacan carpetas llenas de documentos, estudiantes que hacen las tareas en equipo, extranjeros que disfrutan sabores de otro lugar que no es su país de origen, visitantes que simplemente disfrutan sentarse a observar todo desde el quisco más bonito de Puebla.

 

 

 

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